Es viernes por la noche. Estoy sentado en la mesa de mi estudio loft, en Hiawatha Artspace, Seattle. A través de los generosos ventanales puedo ver las luces de los inmensos edificios del centro de la ciudad. Me anuncian que en su interior ocurren cosas mágicas y misteriosas: historias de amores imposibles… inesperados reencuentros de viejos amigos… descubrimientos de sabores nunca imaginados en restaurantes exóticos… y el soplido arrebatador de un saxofón en un club nocturno. En mi estudio, Dexter Gordon pone banda sonora a éste infinito momento que intento atrapar con todas mis fuerzas.
Capturar en una sola una imagen una sensación que ha acompañado toda mi vida y ahora se cristaliza en éste estudio de Seattle. Contener, en un segundo, todo un universo de sensaciones: una sórdida y desgarradora balada de jazz… una copa de vino a la luz de las velas… el perfume arrebatador de una mujer que pasa fugazmente junto a ti, a la que no llegas ni jamás llegarás a ver… el monorail atravesando las calles nocturnas transportando parejas en su cita a ciegas… la inmensidad de las luces de Seattle creando un puzzle abstracto que compite con el cielo estrellado…
Es viernes por la noche. Después de muchas jornadas de trabajo acabo ésta nueva portada. Apenas me quedan 20 minutos para llegar al club Jazz Alley, donde cumpliré el sueño de escuchar en directo a uno de mis ídolos de la adolescencia: Bobby Caldwell. El brillante saxo tenor de Andrew Neu me lo confirma: definitivamente, es Jazzin’ en Seattle.